Catania ha sido una ciudad griega, romana, bizantina, árabe, normanda, borbónica, sueva, angevina, aragonesa, española: por lo tanto su historia es una amalgama de todas las civilizaciones que han dejado una impronta profunda en Sicilia.
Catania (antigua Katane) fue fundada en lo alto de una colina por los griegos en el año 729 a. C. En el año 476 a.C. Ierone de Siracusa ocupa la ciudad y la repuebla con ciudadanos de Siracusa. Los cataneses volvieron a tomar el poder de su ciudad en el año 461 a.C. Sin embargo, Catania volvió a ser conquistada en el 263, cuando fue declarada colonia romana. De esa época conserva algunos de sus mejores monumentos como el anfiteatro (pese a que su origen puede ser griego), el teatro, restos del foro, cuatro termas o el odeón.
De la época palocristina parte el mito y advocación de Santa Ágata, así como el martirio que según la tradición cristiana sufrió por parte de los romanos.
Trás las invasiones bárbaras Bizancio dominó la ciudad, si que podamos constatar con vestigios físicos dicho periodo. Con posterioridad los árabes fomentarán el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y cutivos exportados a Sicilia, convirtiendo Catania en un gran centro económico en la isla sobre el que el emir de Catania catalizará su poder político.
Durante la dominación normanda se llevan a cabo reformas que realzan las actividades culturales de la isla, así como se produce el incio de la construcción de la catedral y el reparto de tierras entre las ordenes religiosas.
Bajo la dominación sueva la ciudad era considerada un importante punto estratégico y Federico II, que cultivaba el sueño de portar el centro del Imperio al corazón del Mediterráneo, es quien hace construir el Castillo Ursino.
Ya en época del reinado aragonés, el rey Alfonso, en cambio, escoge Catania para fundar la primera Universidad de Estudios de Sicilia ( entre las primeras de Italia) en el 1434, la cual será un punto de referencia de la cultura de aquel tiempo. Del mismo modo Catania se erige como principal ciudad de la isla, sede del Rey y del Parlamento. No será hasta el traslado de la sede real a Palermo cuando comience el declive económico de la ciudad debido a la improductiva gestión política de los virreyes españoles.
En el año 1669, el Etna arrojó su lava y sepultó parte de la ciudad; y el año 1693, año en el que la ciudad fue destruida por un intenso terremoto. La Catania actual es arquitectónicamente una ciudad barroca, rediseñada por ilustres arquitectos guiados por el genial Vaccarini después del terremoto del 1693, en un fervor de reconstrucción que la hará renacer en pocos años aunque nunca vuelvan los años de magnificencia de la antigua Catania.
Después del terremoto se dió inicio a una importante campaña de reconstrucción que ha continuado incluso después de la unificación de Italia en el 1860-61. Durante el siglo XIX se asiste a un progreso en el desarrollo cultural de Catania, sea a nivel mundano que a nivel literario, musical y teatral. Cabe destacar la obra de su hijo predilecto, Vincenzo Bellini.