Trápani es la capital de provincia de Sicilia más occidental. Lejos de desprender la grandiosidad de Palermo, los rincones de Catania, o la elegancia de Siracusa, Trapani seduce por otras razones. Su centro histórico peatonal, su ambiente tranquilo, la propuesta gastronómica, las famosas salinas, y la cercanía con las Egades la hacen meritoria de una parada en nuestra ruta por el poniente de Sicilia
Famosa por sus salinas o por las procesión de la Addolorata o los Misteri, la antigua Drepana, denominada así por los griegos por su la forma de hoz donde se asentaba el asentamiento, conserva en sus calles sinuosas repletas de fachadas barrocas la esencia de una Sicilia fajada por muchos pueblos.
Historia de Trápani
Importante puerto fenicio, los romanos no pudieron evitar la decadencia de Trápani cuando vándalos primeros, bizantinos y musulmanes después la conquistaron progresivamente. Fue a partir del siglo IX bajo el dominio de los musulmanes cuando los artistas orfebres y del coral impulsaron la actividad marinera de Trápani. Fue tal la influencia de los árabes que hoy la gastronomía refleja con sus platos el grado de arraigo que ha quedado impregnado en toda la provincia.
Conquistada por los normandos en el 1077, Trapani recibió un nuevo impulso económico por parte de los aragoneses, gracias sobre todo al comercio de sal, coral, y conservas de atún, y sobremanera al ser punto de paso de los cruzados. Fue Visitada por el emperador Carlos V tras su victoria de Tunez, quién la doto de un nuevo complejo defensivo. Pese a convertirse en capital de provincia en 1817, Trápani perdió su esplendor de antaño.
Qué ver en Trápani
Llegando desde la autopista de Palermo, accedemos a la periferia que nos conduce al Trápani. Tanto el Santuario de la Annunziata como el Museo Pepoli (en el interior del convento de los padres carmelitas) merecen retrasar la visita al centro de la ciudad.
La parte histórica cuenta con calles de gran belleza como Via Garibaldi con sus palacios barrocos o Via Vittorio Emanuele con su recorrido de iglesias como San Carlo y San Francesco, rutas peatonales donde de repente aparecen maravillas como el Palacio Senatoriale y la Torre del reloj.
Si paseamos desde el Mercado del Pescado -donde está la estatua de Venere Anadiomene- por el paseo marítimo de la Mura di Tramontana llegamos hasta la punta de Trápani, donde la Torre Ligny, hoy Museo cierra la ciudad hacia el mar. Enfrente, en la isla de la Colombaia el Castello di Mare custodia la entrada a Trápani por mar.
Si lo nuestro es comer que mejor que practicar un curso de cocina para conocer las delicias de la gastronomía local. En unas horas haremos un plato que luego saborearemos, regado de un buen vino marsala.
El mar es un elemento omnipresente en el día a día de Trápani, y el hecho de que su forma triangular asemeje una lengua de tierra que separa dos mares aún lo pone más de relieve. En la costa sur se encuentra el puerto deportivo y los muelles desde donde salen las excursiones a las Egadi, mientras que en la parte norte encontramos las playas, desde las calas urbanas de Porta Ossuna o la Torre de Ligny, hasta la Litoreana o San Giovanni, inmensas playas.
En julio se celebra el festival Gastronómico Stragusto, encuentro internacional de comida de calle, que se ha conseguido hacer un hueco entre las citas gastronómicas de Italia y el Mediterráneo.
Excursiones desde Trapani
Desde Trápani hasta Marsala se extienden las salinas y la Reserva Natural donde anidan numerosas especies de Ave en su migración a África. El cultivo de la sal ha dotado la región de un sello diferenciador que ha determinado las relaciones económicas, sociales y paisajísticas entre los habitantes de la provincia de Trápani y su entorno.
El itinerario denominado “Via de la Sal” enfila su hilera irregular de molinos que dibujan un paisaje que Cervantes ya evocó. Los túmulos de sal, cubiertos de tejas de terracota parecen mantas que salvaguardan la sal. En Nubia, en el territorio de las salinas de Paceco, podremos visitar el Museo de la Sal, situado en un antiguo molino. Su sencillez respecto al volumen de piezas se ve paliado por la rica explicación de su guía (en italiano), quién nos introduce en los antiguos y nuevos sistemas de explotación de las salinas, las “mágicas” propiedades de la sal aplicadas a la medicina o la gastronomía, y su importancia económica en el Mediterráneo hasta la decadencia debida a la improductividad y la competencia de las salinas de Cagliari.
Actualmente aún se extrae sal de forma artesanal, de modo simbólico, generando un tipo de sal de gran calidad, y de coste a precio de oro. Las salinas, rosáceas, parecen rebaños pastoreados por los viejos molinos, cuyas aspas pese a no girar, vigilan los montículos de sal recogidos mediante sistemas de extracción mecánica. Al atardecer, los molinos despiden al sol, que ocultándose tras el mar mancha de tonos rojos las últimas líneas de cielo de Trápani.
Erice
Desde el funicular de Trápani tenemos al alcance de la mano Erice, sobre la montaña, ahorrando tiempo a la sucesión de curvas que se necesitan para llegar al pueblo medieval. Segesta con su templo romano en medio de la llanura es otro de los puntos idílicos al alcance de la mano. Mazzara del Valo, San Vito lo Capo, Castellamare del Golfo, la Reserva dello Zingaro o incluso Palermo son otras de las rutas propuestas.
La excursión en barco a las Egadi que sale por la mañana y vuelve por la tarde después de visitar Favignana y Levanzo es una de las atracciones más demandadas
Cómo llegar a Trapani
Para llegar a Trápani desde España directamente existe el aeropuerto Vincenzo Florio. Si llegamos en coche veremos que la lengua donde se encuentra la ciudad es muy extensa, con un extrarradio sin especial interés, pero donde está el Funicular (Funivia) que asciende hasta el monte donde se asienta Erice, la ciudad medieval.