Caltanissetta es a priori un destino no apto para los tours frenéticos por Sicilia, donde prima la foto rápida y el bocado ansioso. De hecho, esta capital del provincia del interior, a caballo entre Agrigento y Enna ofrece otros encantos que sólo se dejan ver cuando agitamos el polvo triste que envuelve su urbanismo abigarrado, extremo y desordenado. Uno de ellos son las fiestas y las procesiones de Semana Santa, entre las más auténticas de toda la isla.
Dominando el valle del Salso desde una colina, la vieja Caltanissetta, o mejor dicho Nissa en su nombre primigenio, es una rareza histórica y arqueológica, mucho más virgen que los atractivos turísticos de costa, más ajados y manoseados.
El historiador romano Tucídides ya la nombra en el 427 a. C. como ciudad de los sicanos. Dominada por griegos, romanos, anexionada al imperio de Oriente, fue conquistada por los árabes en el siglo IX, que añadieron el al nombre «Kalat» (castillo), formando Caltanissetta. Sucesivamente fue dominada por normandos (fundadores de la abadía cercana de Santo Espíritu), suevos, angioninos, aragoneses, austriacos y finalmente por los Borbones, que trazan una nueva ordenación urbanística de la ciudad que crece en los extramuros.
El oro amarillo, el azufre
Caltanissetta fue una especie de dorado durante los siglos XIX y XX, llegando a ser el productor del 90% de azufre (zolfo en italiano). Esto propicio un estilo de vida que podríamos denominar como cultura del azufre, que sin duda ha marcado a toda la región. La explotación minera trajo riqueza, pero sobre todo unas condiciones sanitarias paupérrimas a los mineros, los llamados «carusi», que a menudo morían en derrumbes, o cuando menos sufrían jornadas de trabajo infinitas en unos yacimientos mal acondicionados y que debido al calor cocían y asaban a los trabajadores como si se encontrasen picando en el infierno. Fe de ello dan los testimonios de escritores como Luigi Pirandello y Leonardo Sciascia .
La competencia de las minas americanas arruinó el estilo de vida basado en la explotación del azufre, dejando en la más absoluta miseria y abandono la provincia. Hoy en día podemos conocer mucho del mineral y de los sistemas de extracción del azufre gracias a las exposiciones del museo mineralógico. de Viale della Regione 73.
Qué ver en Caltanissetta
Piazza Garibaldi funciona como el corazón de la ciudad, dominada por la fuente del Caballo, que tutela la catedral de la Inmaculada, firme ejemplo del barroco siciliano, neoclásica y de cruz latina, y construida entre 1570 y 1622.
Los estucos y los frescos de Guglielmo Borremans son de especial interés (si bien los actuales fueron restaurados tras los daños de la segunda guerra mundial), además del órgano barroco recubierto por una capa de oro.
También situada frente a la plaza Garibaldi invita a entrar la Iglesia de San Sebastián, del siglo XVI, de fachada ecléctica (s. XIX).
Al norte de la plaza el ayuntamiento y un edificio interesante, el Palacio Moncada (sede del virrey español en Sicilia), conocido por sus ménsulas de piedra barrocas, cuyas figuras antropomorfas y de animales. Su estado de conservación es desgraciadamente malo.
Desde la plaza tomamos Via San Doménico hasta la iglesia homónima, considerada monumento nacional por su antigüedad (siglo XIII), si bien se reestructuró en el XVIII. en su interior hallamos una pintura famosa de Filippo Paladini, la “Madonna del Rosario”. Siguiendo la calle llegamos al castillo de Piertarossa, emblema del escudo de la ciudad, y que aunque ahora no transmita su insigne pasado (sufrió un terremoto en 1527 que derrumbó gran parte de su estructura), fue escenario de la proclamación de Federico II de Aragón como rey siciliano tras las vísperas sicilianas que enfrentaron a la corona española con los «invasores» franceses.
Para finalizar la ruta por Caltanissetta nos tenemos que alejar un poco del centro, de manera que paseando un rato, o bien en coche (3km) llegamos a la Abadía del Santo Spirito, que como comentábamos la consagraron los normandos en 1151. De estilo paleocristiano, esta iglesia románica cuenta con tres pequeños ábsides y una torre que hace de campanario. En su interior el fresco del Cristo bendiciendo, la pila bautismal y un crucifijo enmarcado en una tabla del siglo XV son lo más destacado.
Alrededores
En la zona podemos conocer la antigua ciudad griega de Sabucina; la necrópolis de Gibil Habil (monte de la muerte en árabe); o los pueblos de Serradifalco, San Cataldo, Milena o el castillo de Mussomeli.
Hoteles y alojamiento en Caltanissetta
Cómo llegar a Caltanissetta
Si vamos en coche por la autopista A19 que va de Palermo a Catania tomamos la salida dirección Caltanissetta y no hay perdida. Desde las principales ciudades hay autobuses que comunican con Caltanissetta y con los pueblos colindantes.