Hay nombres que están ligados indisolublemente a eventos deportivos puntuales que lo convierten en inmortales. Nadia Comaneci lo fue en Montreal 76, Carl Lewis en Los Angeles 84, y…un siciliano lo fue en el Mundial de fútbol de Italia 90. Toto Schilachi vivió un efímero éxito que lo catapultó a la fama y la idolatración en Italia gracias a un magnífico mundial en el que fue el máximo goleador.
Pero, ¿Qué fue de él?, ¿Por qué Schillaci no está en los parnaso de los dioses del calcio? Salvatore «Toto» Schillaci (o Schilachi o Schillaci dependiendo de lo mal que tecleemos el ordenador) sigue ligado al fútbol en su ciudad, Palermo, montó una escuela de fútbol para jóvenes en su barrio, uno de los más deprimidos. Recientemente, en 2004, Totò volvió a resurgir de las cenizas gracias a su participación en L’isola dei famosi , la versión italiana del reality Supervivientes.
Schillaci nació en la capital de Sicilia, Palermo, un 1 de diciembre de 1964. Empezó a jugar en un equipo no profesional de su ciudad, Amat Palermo. Luego, fichó por un gran equipo de la isla, el Messina que estaba en la serie C (el equivalente a la segunda B en España). Allí pasó siete años, de 1982 a 1989. Jugó 219 partidos y metió 61 goles, destacando su picaresca a la hora de hacer goles. En el 89, la todopoderosa Juventus de Turín puso la vista en él.
La selección de Italia se preparaba en ese momento para su Mundial. Las críticas contra su juego rancio eran frecuentes. Todo ello pese a que en la Eurocopa de 1988 la azzurra de Paolo Maldini, Gianluca Vialli, Giuseppe Giannini, Walter Zenga, Carlo Ancelotti y Andrea Carnevale, había llegado a semifinales.
«Toto» empezó a hacerse de fama por sus actuaciones con la Juventus. Y el año del mundial Schilacci ayudó a su equipo a ganar la Copa Italia de la temporada 1989-1990 al derrotar al Milán.
Dos semanas después Salvatore y su equipo ganaron la Copa UEFA, venciendo 3-1 (marcador global) a la Fiorentina. Schilacci no anotó gol en ninguna de las dos finales pero fue pieza importante en el ataque de los turineses. Marcó 15 goles en la liga y eso motivó para que el seleccionador nacional siguiera de cerca la evolución de Schilacci.
Aunque fue el último seleccionado, y pese a ser a priori el reserva fijo de la delantera italiana, el juego pobre contra Austria animó al entrenador a dar minutos a Schillaci que con su gol salvó el primer escollo. Era el primer gol del futuro pichichi. Tras las victorias contra Estados Unidos y Republica Checa (con nuevo gol de Salvatore), los azzurri se la jugaron contra Uruguay en semifinales e Irlanda en cuartos. En ambos partidos Schillaci marcó. Sin embargo, en semifinales, la Argentina se Maradona se cruzó, y su gol no sirvió para llegar a la final.
Dos años después del Mundial, tras unos números desastrosos (9 goles en dos temporadas), Schillaci fichó por el Inter de Milán donde no cuaja.
Con Italia quedara fuera de la Eurocopa de 1992 y Roberto Baggio en un gran momento de forma (junto a la aparición de Pierluigi Casiraghi y Giuseppe Signori en la lista de goleadores del Calcio) Toto Schillaci no retorna a la selección.
Finalmente, en 1994 se convierte en el primer jugador italiano en la liga japonesa. El Jubilo Iwata es su destino. Allí pasa tres años y marca 56 goles en 78 partidos. Y en 1999, Totò, el héroe de Italia en el Mundial del 90, cuelga las botas tras una serie de lesiones que minaron su rendimiento.
Schillaci, con fama de rebelde, vivió su adolescencia en un Palermo con una tasa de desempleo alta, y donde la supervivencia suponía a menudo participar en pequeños hurtos. Gracias al futbol su suerte cambió y llegó a ser el héroe de los tifosi italianos.